Si la organización cuenta con personas que fijen el rumbo y la orienten en el logro de sus objetivos y la puesta en ejecución de su estrategia, entonces posee líderes. El verdadero líder es el «alma» de la organización y es el que genera el entusiasmo que motivará el rendimiento.
El líder concibe la estrategia alimentándola con la visión, fijando prioridades y determinando e implementando el motor estratégico.
El papel de los líderes se puede resumir en tres funciones básicas:
- Impulsor: el proceso de cambio de una organización debe comenzar por el equipo líder y a partir de ahí involucrar a todo el personal mediante el trabajo en equipo.
- Comprometido: demostrando un comportamiento adecuado con el ejemplo personal.
- Facilitador: debe dotar de medios y reducir las barreras.
Los líderes deben adaptar su estilo de liderazgo a las tareas y las personas (liderazgo situacional) para adecuarse a las necesidades de la organización, ya que existen diferentes estilos de liderazgo y hay que saber emplearlos en diferentes situaciones.
Otros tipos de liderazgo:
- Transaccional o convencional: mantiene el equilibrio de una situación sin tratar de cambiarla, es útil en momentos de estabilidad en el entorno.
- Transformacional o promotor del cambio: es capaz de llevar a sus colaboradores a alcanzar metas más elevadas de lo que se cree posible, así como de cambiar las estructuras de la organización si es preciso. Este tipo de líder es fundamental cuando el entorno es cambiante, situación habitual en la actualidad, ya que es el que consigue que la organización pueda sobrevivir a largo plazo.